Las trufas son hongos que nacen en las raíces de los árboles, pero su cultivo no es instantáneo, sino que requiere perseverancia y dedicación. “Yo empecé con poquitas plantas y con el tiempo fuimos agregando más, pero en esta actividad hay que cosechar la paciencia ya que se necesita tiempo para ver los frutos, la primera trufa aparece aproximadamente a los 10 años, pero es apasionante porque a partir de ese momento la producción empieza a crecer”, cuenta Humberto Castro, pionero en la producción de trufas patagónicas.
Motivado por un documental televisivo y por un mentor que lo impulsó a darle forma a su proyecto, Castro montó su emprendimiento en Choele Choel hace más de una década y hoy ve los resultados de su trabajo: “la cosecha se da en los meses más fríos, específicamente en julio, agosto y septiembre, y para ello se necesitan perros entrenados que son los que huelen el aroma tan característico de la trufa y marcan dónde está, ahí nosotros las desenterramos porque se encuentran a unos 10 o 15 centímetros de la superficie”, sostiene.
Cabe destacar que a través de una financiación otorgada mediante el Consejo Federal de Ciencia, Tecnología e Innovación -COFECyT, la Agencia RN Innova y el Centro de Investigación y Extensión Forestal Andino Patagónico -CIEFAP- trabajarán con los establecimientos truferos ubicados en Choele Choel, Mallín Ahogado, Villa Regina y Cipolletti en una serie de actividades destinadas a favorecer el desarrollo de esta actividad, apostando a la diversificación productiva en zonas aptas para el cultivo.
Un producto sin igual
Con un sabor especial y una amplia diversidad de usos en la elaboración de platos, las trufas “son un producto novedoso y muy requerido en la gastronomía por su sabor majestuoso, a lo que se suma un costo importante que te da una posibilidad que no da ningún otro tipo de producto que es un buen valor de venta”, sostiene Jorge Bortolato, productor trufero de la región Cordillerana.
Su emprendimiento, Trufas del Mallín Ahogado, que fundó en sociedad con Adrián Piris hace 13 años, comenzó como un sueño: “todo empezó como un pequeño experimento con plantas de trufas negras, que son de invierno, y trufas blancas, que son de verano, para probar cómo se daban y, a medida que fueron pasando los años, conseguimos la primera cosecha y desde allí trabajamos constantemente en la mejora de nuestra producción”.
Respecto a las proyecciones a futuro, Bortolato indicó que “en nuestro establecimiento tenemos la intención de hacer una explotación turística, por eso estamos preparando una sala de degustación que nos permitirá próximamente abrir nuestras puertas al público y explotar el emprendimiento turísticamente, aprovechando el maravilloso lugar en el que estamos situados”.